Nací el 6 de febrero de 1952 en esta ciudad de México, soy de las personas afortunadas que hemos podido tener acceso a la Universidad, por eso estudié en la Universidad Nacional Autónoma de México.

¿Y por qué Derecho? Porque en mi adolescencia descubrí que las leyes jurídicas eran el instrumento indispensable para la convivencia social y encontré en la justicia una razón de ser del hombre.

Haber estado en la Universidad, no sólo me dio la oportunidad de aprender de los grandes maestros de la teoría y la doctrina jurídica, también me permitió conocer a las primeras amistades de juventud, las que aún conservo.

Aún no terminaba la Universidad cuando comencé en 1972 mi vida laboral en la antigua Secretaría de Salud y Asistencia, ahí conocí el ejercicio de la administración pública: en donde no he dejado de aprender y ejercer, y ha sido la base para mi desarrollo profesional y compromiso social.

Con la idea clara de lo que quería hacer en la vida, busqué la manera de aprender y así obtuve en 1979 una beca para estudiar posgrado en Administración Pública en París, Francia. Un privilegio profesional y una experiencia excepcional.

A partir de entonces la función pública ha sido mi vocación y ha sido al mismo tiempo mi pasión. Así he transitado de la salud pública a las políticas en atención a la juventud, de los servicios a los trabajadores del Estado, al apasionante mundo de las prisiones y la ejecución de las sanciones, de la asistencia a la niñez y la familia, al fomento de la vivienda o la seguridad pública y he tenido el gran honor de representar al país en el extranjero como agregado de la Procuraduría General de la República en la ciudad de los Ángeles, California.

He tenido la oportunidad de combinar el desempeño profesional en la función pública con la académica impartiendo cátedra desde 1981 en las facultades de Derecho de la UNAM y la Universidad Iberoamericana, entre otras. Transmitir lo que uno ha aprendido es una responsabilidad social que da muchos satisfactores: la cátedra no solo enseña, también estimula.

El ejercicio de la función pública me ha aportado una forma de vida, desarrollo profesional y enormes satisfacciones en el cumplimiento del deber y atención a la sociedad. En el tránsito por las tareas de gobierno, de las grandes satisfacciones es el aprender a desempeñarse con responsabilidad y el respetar y hacer respetar los derechos, la dignidad y la honra de las personas.

No obstante, en el desempeño de la vida pública, no se está exento de la injuria, la calumnia y la invectiva. En mi carrera profesional, mi mayo timbre de orgullo y mejor activo, es mi hoja de servicios.

Breve ideario

En mi predilección de la enseñanza del derecho económico, administrativo y financiero, me convencí de que la única manera de fortalecer al Estado, es poseyendo un sistema impositivo sólido, y eficaz, pero sobre todo justo. Y un sistema económico que permita un desarrollo en el que se aprovechen racionalmente nuestros variados y vastos recursos naturales, para generar el pleno empleo bien remunerado y propiciar la riqueza para un beneficio equitativo.

Las tareas en la función pública me han permitido recorrer todos los Estados que conforman la geografía de mi país. He conocido sus abundancias, sus infortunios, su marginalidad y sus potencialidades. Haber sido director de diversos reclusorios me ha dado la oportunidad de corroborar la terrible miseria física y espiritual, que cada vez más gente padece. Y no sólo los que cumplen sentencia, sino en todo el país; en todas partes impera la injusticia, la inseguridad y la impunidad: actitudes que han ido enseñoreándose como un acto normal de conducta.

Por ello, estoy convencido de la importancia de rescatar los valores que alguna vez nos dieron grandeza: respeto y trabajo.

Antes que cualquier otra cosa, es primordial organizar una cruzada colectiva que permita salvarnos de tragedias mayores; una cruzada que tenga como principios el orden, la disciplina, la constancia y la auténtica solidaridad.

Recordemos, volvamos a ser esa sociedad fraterna, íntegra y próspera que en otros años fuimos, que nos ha dado identidad y ha sido motivo de orgullo. Volvamos a creer en la nobleza de nuestros ancestros.